Es lo que todos nos preguntamos cuando nos encontramos de frente con información sobre los efectos y consecuencias del cambio climático. ¿Qué puedo hacer yo? tiene más un sentido de negar mi capacidad para cambiar la situación y dejar en manos de los demás nuestra parte de responsabilidad en el mayor problema que afronta la humanidad.
La mayoría de nosotros volvemos la cara ante los problemas que sabemos que nos afectarán a largo plazo, confiando en nuestros gobernantes o los científicos como los responsables de buscar las soluciones, confiando ciegamente en sus capacidades o simplemente considerando que no podemos hacer nada para evitarlo. Todo esto no deja de ser una generalización, que aunque cierta, no es aplicable a la totalidad de la población. Ya que muchas asociaciones y personas de forma individual sí que toman parte y generan acciones en su vida cotidiana para luchar contra el cambio climático y la progresiva escasez de energías.
Se han generalizado las ONG que luchan por el medio ambiente, sobre todo denunciando las prácticas abusivas de grandes empresas y gobiernos. Personas y familias que concienciadas del problema realizan multitud de acciones para combatirlo, sin ninguna renuncia a su libertad, felicidad, sociabilidad o dignidad.
¿Qué puedo hacer yo?
Pues mucho, gran parte está en tus manos
Está en tus manos realizar acciones diarias para mitigar las peores consecuencias futuras, que afectarán principalmente a tus hijos y nietos. Porque es nuestra responsabilidad cuidar nuestro planeta para ellos. Sabes que el culpable es el capitalismo a través de dos de sus patas: el consumismo y el derroche de energía barata, en las que todos hemos caído arrastrado por la sociedad del consumo.
Está en tus manos realizar acciones diarias para mitigar las peores consecuencias futuras, que afectarán principalmente a tus hijos y nietos. Porque es nuestra responsabilidad cuidar nuestro planeta para ellos. Sabes que el culpable es el capitalismo a través de dos de sus patas: el consumismo y el derroche de energía barata, en las que todos hemos caído arrastrado por la sociedad del consumo.
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Quizás deberíamos sustituir el PIB por el FNB |
¿Qué están haciendo otros?
- Reciclar envases es muy importante, pero mucho más es reutilizarlos. Evitar las bolsas de los supermercados llevando nuestra propia bolsa para las compras. Cada vez vamos a ver más comercios que nos ofrecen productos a granel donde iremos con nuestros envases y los rellenaremos con las cantidades que necesitamos (productos de limpieza, legumbres, frutas, carnes o bebidas). Ya lo hacemos con las carnes, pescados o frutas, puesto que nos fiamos más de nuestros comerciantes locales que de los grandes comercios que todos los productos nos lo ofrecen envasados.
- Reducir el consumo compulsivo de ropas, pequeños electrodomésticos, regalos inútiles, evitar las campañas comerciales que bajo el titulo de "rebajas" te invita a consumir sin necesidad, véase el Black Friday, días de los enamorados, de los padres, madres, reyes, de enero, de julio. No deja de ser una incitación al consumo de productos, que en gran parte no necesitamos y que está unido al concepto de felicidad (compra=felicidad), felicidad momentánea y efímera. Las demostraciones de cariño o amor a nuestras personas cercanas no se demuestran con regalos, sino con afecto y consideración día a día. Y tenemos más de 300 días al año con los comercios abiertos para poder comprar lo que realmente necesitamos. Preferentemente comprar productos de calidad que nos garantizan un mayor uso, con lo que al final nos costará menos y evitamos la obsolescencia programada. Quién no recuerda que antes una lavadora duraba más de veinte años, unos zapatos cinco, un abrigo diez, etc.
- Reducir el consumo de carnes y productos elaborados industriales, e ir sustituyéndolo por verduras, legumbres y cereales. En su caso, elegir carnes que no son producidas de forma industrial, como es el chivo, pollo o cerdo criado de forma ecológica. Ir sustituyendo las comidas elaboradas y bollería industrial por productos más confiables producidos por pequeños comercios locales (confiterías, panaderías o carnicerías). Estas ganando en confianza, disminuyendo los transportes desde centros de producción lejanos y la energía empleada en su elaboración. Y si puedes, cocina todas tus comidas en casa.
- Consumir productos cercanos, locales preferentemente, de temporada o de nuestra comunidad, no por falso patriotismo, sino por evitar los costes energéticos y ecológicos de los transportes desde miles de kilómetros, y siendo conscientes que los productores son los que menos ganan, sino que son los intermediarios los que obtienen los mayores beneficios. Como sabes los transportes de mercancías suponen más del 30% de la contaminación del planeta. La producción de carnes para hamburguesas, vacuno (véase MacDonald o King Burger), supone disponer de la mitad de la tierra cultivable para alimentarlos, además de contribuir fuertemente al calentamiento global por la emisión de metano.
- Resulta cuando menos ridículo ir al gimnasio en coche. Pues eso es "lo normal", llevar a los niños al colegio situado a 500 metros de casa, igualmente para comprar en la carnicería o tomar una cerveza, y después hacer dietas para adelgazar. Todos nuestros coches son muy contaminantes y consumen una energía ahora barata, pero que pronto será inalcanzable para la gran mayoría de nosotros. Sería mucho mejor para nuestra salud, nuestro bolsillo y el medio ambiente realizar gran parte de nuestros recorridos diarios a pie o en bicicleta. El uso de los transportes público, ahora con muy poca oferta porque tampoco lo demandamos. O compartir vehículo privado, ya sea por aplicaciones móvil o contactos personales. El coche privado es una de las mayores muestras del individualismo clasista en la que todos hemos caído en mayor o menor medida.
- Evitar de derroches de energía en el uso abusivo de vehículos privados, pero también en nuestras casas y puestos de trabajo. Nos parece lógico gastarse o pedir un préstamo o financiación de 20 o 30 mil euros para la compra de un coche nuevo o gastar mucho más de mil euros anuales en mantenerlo. Pero sin embargo no gastamos nada en mejorar las condiciones energéticas de nuestra vivienda o local, como la mejora de las ventanas, aislamiento de paredes y tejados, iluminación, empleo de aparatos más eficientes o energías renovables para calentar agua, calefacción o producir nuestra propia electricidad, en todos los casos reduciendo gastos, pero además evitando contaminación del planeta.
- Educar a nuestros hijos y nietos en la importancia del consumo responsable, la conservación de la naturaleza, las producción de alimentos, el transporte público, el ejercicio necesario para la salud, el ahorro de energías, el conocimiento de las energías renovables. En fin, tanto la familia como la escuela debe servir sobretodo para formar a personas y ciudadanos responsables, con pensamiento crítico; y no transformarlos exclusivamente en una base de datos.
Todo esto y mucho más podemos hacer en nuestra actividad cotidiana, con pequeños gestos diarios, cambios de hábitos y sobre todo dando ejemplo y educando a los más jóvenes, sin que afecte a nuestra felicidad o relaciones personales
No sé si con esto podremos salvar la humanidad, pero al menos podremos mirar a la cara sin sonrojarnos a nuestros descendientes dentro de unos pocos de años, cuando las condiciones de vida en este planeta sean terriblemente dramáticas porque ninguno hicimos nada por evitarlo.
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