Ante todo fue una "persona buena", en el buen sentido de la palabra buena, como diría Machado. Y lo demostró con los hechos a todos los que lo conocieron, a su familia, sobrinos, primos, amigos y compañeros. Bondad transmitida por Antonio Gómez, su padre, mi abuelo, persona íntegra, discreto, austero, noble y cabal hasta sus últimos días. Antonio Gómez fue socialista desde sus inicios y leía a los obreros el periódico del PSOE en la plaza del pueblo, de los pocos que en aquellos tiempos sabía leer y escribir.
La mayoría de sus amigos ya no viven para contarlo y corroborar mis palabras, o corregirme, sí otros muchos que lo trataron y aún tienen su recuerdo como "portero del grupo" cuando eran alumnos de este colegio que dirigía Juan Cantano(1). Me contaba que el señor director, en su primer día en el puesto, le indicó que cogiera una correa y le pegase a los niños que alborotaban en los pasillos a la salida de clase, como los que tenéis una edad sabéis que ocurría tradicionalmente, a lo que Alosito se negó rotundamente: "yo nunca he pegado a mi hijo, y no pegaré a ningún niño". Ahí quedó zanjado el asunto. De esa etapa quedaron muchos amigos maestros y maestras, los más jóvenes, Martín, Teresa, Francisco, Pepe, y muchos más, a los que admiraba y era correspondido. Su ilusión fue que estudiase magisterio "tu estudia para maestro y si te casas con una maestra, tendrás la vida resuelta". Pero como en muchas cosas más tomé mi propio camino.
Nacido en una familia de obreros del campo, "los gómez" y de otra campesina e industrial algo más pudiente "los pardos", no quedó más remedio que dejar la escuela a los siete años para ayudar a criar a los hermanos, cuatro más, todos varones (Antonio, Frasquito, José y Diego); muy a pesar suyo. Su mayor obsesión fue "aprender", "un analfabeto es un borrico, solo lo quieren para trabajar". Pero el trabajo temprano no lo apartó de su sueño, por las noches iba a clases hasta llegar a saber lo básico para ser "una persona de provecho": leer, escribir y las cuatro reglas.
Con su primo Antonio Valle en Madrid durante la Guerra |
No parecían buenos años para tener suerte, en julio del 36, después de la sublevación militar, toda la familia huye a Málaga, como muchísimas más, no porque hubiesen hecho daño a nadie, sino por su condición de socialistas presentían que corrían un gran riesgo en el pueblo. Se vieron envueltos en la "desbandá" de la carretera de Almería, tras lo cual la familia vuelve a Málaga y allí Alosito se alista al ejercito a cumplir su obligación: defender la República y el gobierno legítimo, sale su severo sentido de la justicia.
No era persona religiosa, tampoco ateo, aunque si le tenía poco aprecio a los curas de sotana y "guisopo" rodeados de beatas, solo iba al templo en algunas ocasiones, sobre todo a los entierros, como la mayoría de los paisanos. Tampoco devoción por la semana santa o portar tronos y en casa había pocos santos, solo una Virgen del Carmen con dos faroles siempre encendidos de la que era devota mi madre y mi padre respetaba.
Si algo envidiaba era a los maestros, creo que era su sueño frustrado, enseñar era su pasión, solo referir dos hechos: Todo lo que yo sabía antes de ir a la escuela me lo enseñó mi padre: leer, escribir, y las cuatro reglas, las matemáticas eran su fuerte. Un día apareció por la casa con un tablero de chapón y unas tablas, varios días después aquello se había convertido en una pizarra puesta sobre una silla en la cocina, Alosito de píe con su tiza y un puñado de niños sentados en las sillas escuchándolo mientras explicaba alguna operación aritmética o algún problema de lógica.
La taberna de Valle(5) era el lugar de reunión de muchos trabajadores en los años sesenta. !Ese olor a vino y sardina arencás¡, se sentaban en pequeñas mesas en grupos de tres o cuatro, los más bebedores en la barra, ninguna mujer dentro. Aunque casi siempre se juntaban mi padrino Antonio, Juan Rueda, mi tio Diego y mi padre, algunas veces el grupo se hacía más grande, Alonso el pocho, Pedro Valencia, y otros que mi memoria no ha retenido. "Una media para la mesa y una chivita para el niño, y ponle unas tapitas". Además de las charlas sobre la cacería, las faenas del campo o el tiempo para mañana, era el lugar de hablar de política sin ser molestado por Pitalúa(2) y sus sabuesos, de reunir fondos para los compañeros, compartir información, libros o alguna carta llegada de Francia. Aunque el tricornio se asomaba amenazante en algunas ocasiones, la taberna siguió abierta hasta la muerte de Valle.
Con unas pocas de tablas y dos chapones, un asa y dos pestillos se hace una maleta grande y una mediana, fuertes para resistir el viaje en tren de tres días hasta Francia, van llenas de chorizos, tocino y lomo en pringue, muchos paquetes de celtas cortos, para ahorrar en gastos, asegurar el sustento y mantener las costumbres culinarias. A binar remolachas de los campos franceses, trabajo duro, sin descanso, "mientras antes acabemos, antes nos venimos", con los francos bien guardados. Hasta aquella última vez que el cuerpo no pudo más, y las maletas solo sirvieron para guardar ropa y herramientas.
Ya trabajando de alguacil en el ayuntamiento ve como el franquismo se va deshaciendo, primero con la llegada de Don Cesar(3), del que a pesar de estimar mucho, no se fía, "al fin y al cabo ha sido elegido por los mismos, aunque haya desbancado a Cantano"; y después las primera elecciones municipales que lleva a los suyos, "los socialistas" a la alcaldía. "algo impensable hace unos años", tan bienvenida esta joven democracia que culmina con la Constitución "que ha supuesto tantos años de lucha".
Mis juguetes de madera fueron casi los únicos durante muchos años, hechos con sus manos, una sierra, algunas, más bien pocas, herramientas y mucho trabajo, dedicación, artesanía pura. Eran grandes, robustos, pesados, como para que durasen toda la vida. Los hacia a escondidas para que no faltase la sorpresa del hijo. Camiones fijos, con volquetes y un motocarro con conductor con brazos y piernas articuladas, ..., creo que hoy serían objetos de museo.
Lector empedernido de novelas del oeste, pero no cualquiera, incluyendo al famoso Marcial Lafuente, "es demasiado fantástico y vulgar", sino a Fidel Prado y otros novelistas. Novelas guardadas en una cesta en la alhacena, donde encontré el primer libro que leí, no recuerdo el título, pero trataba de un astronauta que volvía a la tierra destruida después de una guerra nuclear.
Pero nuestro libro de "cabecera" era esta vieja enciclopedia que aún conservo, servia de libro de texto para la clases del maestro Alonso. Sobre todo para los problemas de geometría y la geografía.
Si algo era irrenunciable en su vida era la dignidad, "se puede ser pobre, perder la libertad, no tener trabajo o algo para comer, pero nunca se puede perder la dignidad". La dignidad mantenida ante la autoridad o el patrón, ante la enfermedad, la miseria o la opresión. Y hablando de patrones, trabajó casi toda su vida en el campo, aunque lo compaginaba con otros empleos temporales. Durante muchos años como manijero en Capacete o en el cortijo Grande cuando casi todo el trabajo se hacía a mano, las cuadrillas eran grandes y se trabajaba ajustado(4) la siega, escardado o recogida de aceitunas. Por sus conocimientos de geometría y matemáticas calculaba fácilmente las superficies de las fincas ajustadas, y aumentaba las fanegas labradas para mejorar los jornales para los compañeros. En aquella época, cae enfermo durante varios meses, y todos los días, los compañeros, jornaleros, pasan por la tarde a verlo, y van dejando en la mesa un poco de su jornal para el manijero.
Después de pasar la guerra, derrotado el ejercito de la República, desde Madrid, se vuelve para Campillos, con su ropa militar, es detenido y enviado a un campo de concentración a Algeciras, años de hambre, represión y penurias, después verse obligado a hacer el servicio militar en el ejercito vencedor, y aún tuvo más suerte que otros muchos que acabaron fusilados en cunetas o tapiales. Así que pasaron muchos años desde aquel febrero del 37 hasta volver a su casa con su familia. Aunque ya se carteaba con Catalina García Romero, mi madre, tardan en formar una familia, los años cuarenta no eran muy prometedores.
Cazador por afición, devoción y necesidad, con una escopeta de un solo cañón, tenia que ser muy bueno para cobrar piezas. Afición que compartía con algunos, como su primo Juan Royán o Pedro Valencia, o los pochos, Frasquito el leon, nunca en grandes grupos (era muy peligroso). Por las tardes preparando los cartuchos en casa, reciclados y recargados, después puestos a la candela para secar la pólvora. No era un matador o carnicero como lo llaman ahora, cazaba por placer y por necesidad, no había semana que entraran conejos, liebres, perdices, codornices, patos, tórtolas o zorzales a la casa, que todos disfrutábamos en fritadas al ajillo, que unido a los espárragos, "tagarrinas", setas, huevos de nido, almendras, garbanzos, habas, etc., suponía gran parte de nuestro alimento diario. Fui adiestrado como cazador desde niño, pero los conflictos adolescentes me alejaron de la afición paternal.
Al fondo de esta fotografía está el antiguo cine Cruz Blanca donde además de proyectar películas se programaban muchos espectáculos de flamenco a los que Alosito era muy aficionado, especialmente seguidor de Valderrama, Marchena, el Niño de La Huerta, casi todos intérpretes de fandangos llenos de de tristeza infantil, mujeres malvadas y madres ejemplares. Esa radio de la cocina, una Telefunken, donde todas las tardes mi madre y yo escuchábamos las telenovelas de la Ser, aquellos "discos dedicados", "ustedes son formidables" o los noticieros de radio Pirineo, cuando las noticias en España estaban vigiladas por la censura.
Otros lo recordarán en la piscina los ruedos, cuidando de los juegos y mesas durante las tardes de verano, tuvo que coger trabajos por las tardes para ahorrar y pagar estudios y arreglos de la casa vieja comprada con todos los ahorros y que tocaba arreglar poco a poco.
Personalmente le debo no solo la vida, sino gran parte de lo que soy, por genética, por educación y transmisión de principios y normas éticas. Depositó en mí todo su afán de aprendizaje, yo diría que también su frustración por no haber podido hacerlo él mismo, de modo que mis títulos académicos se exponían en la casa como mérito de todos.
Después de quince años sin vernos, echo de menos no haber hablado mucho más contigo.
(1) Juan Cantano Solís, fue maestro, director del colegio público, jefe del Movimiento y alcalde de Campillos (14/10/1965 - 25/1/1976)
(2) Pitalúa, apellido de un sargento de la guardia civil destacado en el puesto de Campillos muy afanado en perseguir a rojos o cualquiera que recogiese algo del campo, aunque fuese "rejuntao" o de las cunetas. Persona pendenciera y violenta.
(3) Cesar Rodríguez Docampo, profesor de Filosofía y Latín en el Colegio San José y el Instituto de Campillos, donde nos dio clases en bachiller. Una de las personas más influyentes en mi vida, al abrir nuevas perspectivas en un grupo de adolescentes en un tiempo muy gris. Además de profesor, periodista, escritor, amante del cine, persona polifacética e intelectual independiente. También fue alcalde de Campillos 1976-77.
(4) Trabajo a destajo, se concertaba un precio por unidad de faena realizada
(5) Taberna de Valle, situada en la calle Santa Ana, por el número 61, después de su fallecimiento, se cerró y posteriormente fue abierta por "Los Negritos".
La taberna de Valle(5) era el lugar de reunión de muchos trabajadores en los años sesenta. !Ese olor a vino y sardina arencás¡, se sentaban en pequeñas mesas en grupos de tres o cuatro, los más bebedores en la barra, ninguna mujer dentro. Aunque casi siempre se juntaban mi padrino Antonio, Juan Rueda, mi tio Diego y mi padre, algunas veces el grupo se hacía más grande, Alonso el pocho, Pedro Valencia, y otros que mi memoria no ha retenido. "Una media para la mesa y una chivita para el niño, y ponle unas tapitas". Además de las charlas sobre la cacería, las faenas del campo o el tiempo para mañana, era el lugar de hablar de política sin ser molestado por Pitalúa(2) y sus sabuesos, de reunir fondos para los compañeros, compartir información, libros o alguna carta llegada de Francia. Aunque el tricornio se asomaba amenazante en algunas ocasiones, la taberna siguió abierta hasta la muerte de Valle.
Hermanos Gómez Pardo y otros compañeros en el Retiro de Madrid, de camino hacia Francia. Acompañados por su primo Antonio Pardo. |
Ya trabajando de alguacil en el ayuntamiento ve como el franquismo se va deshaciendo, primero con la llegada de Don Cesar(3), del que a pesar de estimar mucho, no se fía, "al fin y al cabo ha sido elegido por los mismos, aunque haya desbancado a Cantano"; y después las primera elecciones municipales que lleva a los suyos, "los socialistas" a la alcaldía. "algo impensable hace unos años", tan bienvenida esta joven democracia que culmina con la Constitución "que ha supuesto tantos años de lucha".
Mis juguetes de madera fueron casi los únicos durante muchos años, hechos con sus manos, una sierra, algunas, más bien pocas, herramientas y mucho trabajo, dedicación, artesanía pura. Eran grandes, robustos, pesados, como para que durasen toda la vida. Los hacia a escondidas para que no faltase la sorpresa del hijo. Camiones fijos, con volquetes y un motocarro con conductor con brazos y piernas articuladas, ..., creo que hoy serían objetos de museo.
Lector empedernido de novelas del oeste, pero no cualquiera, incluyendo al famoso Marcial Lafuente, "es demasiado fantástico y vulgar", sino a Fidel Prado y otros novelistas. Novelas guardadas en una cesta en la alhacena, donde encontré el primer libro que leí, no recuerdo el título, pero trataba de un astronauta que volvía a la tierra destruida después de una guerra nuclear.
Pero nuestro libro de "cabecera" era esta vieja enciclopedia que aún conservo, servia de libro de texto para la clases del maestro Alonso. Sobre todo para los problemas de geometría y la geografía.
Si algo era irrenunciable en su vida era la dignidad, "se puede ser pobre, perder la libertad, no tener trabajo o algo para comer, pero nunca se puede perder la dignidad". La dignidad mantenida ante la autoridad o el patrón, ante la enfermedad, la miseria o la opresión. Y hablando de patrones, trabajó casi toda su vida en el campo, aunque lo compaginaba con otros empleos temporales. Durante muchos años como manijero en Capacete o en el cortijo Grande cuando casi todo el trabajo se hacía a mano, las cuadrillas eran grandes y se trabajaba ajustado(4) la siega, escardado o recogida de aceitunas. Por sus conocimientos de geometría y matemáticas calculaba fácilmente las superficies de las fincas ajustadas, y aumentaba las fanegas labradas para mejorar los jornales para los compañeros. En aquella época, cae enfermo durante varios meses, y todos los días, los compañeros, jornaleros, pasan por la tarde a verlo, y van dejando en la mesa un poco de su jornal para el manijero.
Después de pasar la guerra, derrotado el ejercito de la República, desde Madrid, se vuelve para Campillos, con su ropa militar, es detenido y enviado a un campo de concentración a Algeciras, años de hambre, represión y penurias, después verse obligado a hacer el servicio militar en el ejercito vencedor, y aún tuvo más suerte que otros muchos que acabaron fusilados en cunetas o tapiales. Así que pasaron muchos años desde aquel febrero del 37 hasta volver a su casa con su familia. Aunque ya se carteaba con Catalina García Romero, mi madre, tardan en formar una familia, los años cuarenta no eran muy prometedores.
Cazador por afición, devoción y necesidad, con una escopeta de un solo cañón, tenia que ser muy bueno para cobrar piezas. Afición que compartía con algunos, como su primo Juan Royán o Pedro Valencia, o los pochos, Frasquito el leon, nunca en grandes grupos (era muy peligroso). Por las tardes preparando los cartuchos en casa, reciclados y recargados, después puestos a la candela para secar la pólvora. No era un matador o carnicero como lo llaman ahora, cazaba por placer y por necesidad, no había semana que entraran conejos, liebres, perdices, codornices, patos, tórtolas o zorzales a la casa, que todos disfrutábamos en fritadas al ajillo, que unido a los espárragos, "tagarrinas", setas, huevos de nido, almendras, garbanzos, habas, etc., suponía gran parte de nuestro alimento diario. Fui adiestrado como cazador desde niño, pero los conflictos adolescentes me alejaron de la afición paternal.
Al fondo de esta fotografía está el antiguo cine Cruz Blanca donde además de proyectar películas se programaban muchos espectáculos de flamenco a los que Alosito era muy aficionado, especialmente seguidor de Valderrama, Marchena, el Niño de La Huerta, casi todos intérpretes de fandangos llenos de de tristeza infantil, mujeres malvadas y madres ejemplares. Esa radio de la cocina, una Telefunken, donde todas las tardes mi madre y yo escuchábamos las telenovelas de la Ser, aquellos "discos dedicados", "ustedes son formidables" o los noticieros de radio Pirineo, cuando las noticias en España estaban vigiladas por la censura.
Otros lo recordarán en la piscina los ruedos, cuidando de los juegos y mesas durante las tardes de verano, tuvo que coger trabajos por las tardes para ahorrar y pagar estudios y arreglos de la casa vieja comprada con todos los ahorros y que tocaba arreglar poco a poco.
A pesar de todo, no era un político, sino un hombre de familia, un enamorado de su mujer y su hijo, a los que protegió de la miseria, la ignorancia y la maldad, trató con mucho cariño y respeto. Y siempre atento a sus hermanos que siempre fueron una piña en los buenos y malos tiempos. Como mayor de los hermanos siempre asumía la responsabilidad de las decisiones y todos le pedían consejo.
Después de quince años sin vernos, echo de menos no haber hablado mucho más contigo.
(1) Juan Cantano Solís, fue maestro, director del colegio público, jefe del Movimiento y alcalde de Campillos (14/10/1965 - 25/1/1976)
(2) Pitalúa, apellido de un sargento de la guardia civil destacado en el puesto de Campillos muy afanado en perseguir a rojos o cualquiera que recogiese algo del campo, aunque fuese "rejuntao" o de las cunetas. Persona pendenciera y violenta.
(3) Cesar Rodríguez Docampo, profesor de Filosofía y Latín en el Colegio San José y el Instituto de Campillos, donde nos dio clases en bachiller. Una de las personas más influyentes en mi vida, al abrir nuevas perspectivas en un grupo de adolescentes en un tiempo muy gris. Además de profesor, periodista, escritor, amante del cine, persona polifacética e intelectual independiente. También fue alcalde de Campillos 1976-77.
(4) Trabajo a destajo, se concertaba un precio por unidad de faena realizada
(5) Taberna de Valle, situada en la calle Santa Ana, por el número 61, después de su fallecimiento, se cerró y posteriormente fue abierta por "Los Negritos".
Si el Juan ROYAN de quien hablas tiene como segundo apellido CASASOLA puede que sea hermano de Maria ROYAN CASASOLA de campillos quien es mi abuela nacida el 04.06.1891.
ResponderEliminarmi padre se llamaba Antonio VALLE ROYAN (1928/2016). Me gusta tu blog. Saludo de Francia.
Hola. Era Juan Royan Gómez. Su madre era hermana de mi abuelo Antonio Gómez. Seguro que eran parientes. Gracias y un saludo.
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