Antes de la aparición de los altos hornos, el hierro se producía en las ferrerias, en toda la cornisa cantábrica, siguen existiendo numerosas muestras de esa antigua actividad semi-industrial. Se nutrían de tres fuerzas, la de las corrientes de agua de los rios, el carbón de los bosques y la fuerza humana.
Los maestros se denominaban ferrones (dificilmente vivian más de 35 años, debido a la dureza y contaminación de su trabajo) y la mayoría venían del pais vasco. Eran los que conformaban los "tochos de hierro", seis al día, que se suministraban a los tralleres para fabricación de herramientas y útiles.
La Ferrerria de Cades (ayuntamiento de la Herrerías, Cantabria), es un ejemplo de la rehabilitación de una de ellas, en la que se puede ver la maquinaria en perfecto funcionamiento. El agua del rio se almacena en una balsa, con la apertura de una compuerta pone en funcionamiento una rueda que mueve los fuelles que mantienen el fuego para fundir el metal. En otra dependencia otra rueda es movida por el agua y acciona un martillo de grandes dimensiones, donde el ferrón conforma la pieza de hierro.
La ferrería de Cades se construyó en 1752, y la rehabilitación ha sido un gran acierto, respetuoso con el antiguo edificio, la maquinaria y el entorno.
Las monitoras te muestran todo el proceso de trabajo, de forma real, auténtica, como se producía el hierro hace dos siglos y medio.
También se puede ver un molino de la misma época con ruedas de pieda horizontales, movidos por la misma fuerza de la naturaleza: el agua, no menos cierto que con el ingenio del hombre.
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