Sentado junto a la pared en una silla baja que le permite trabajar más cómodo, con la espalda apoyada y protegida por la pared, miraba de reojo a la clienta que se asomaba a su cuartillo inquiriendo la entrega inmediata de sus zapatos arreglados, después de semanas de espera. Catalina, no te preocupes, dentro de tres días te lo tengo listo, pero si le hace falta para el jueves, contestaba, mientras se ponía a buscarlos entre el montón de sandalias, botas de cuero, zapatos de medio tacón, botas de fútbol, botos y botines esparcidos por todo el suelo del cuarto. Una vez encontrado, después que la clienta le marcara con el dedo índice extendido, y un grave gesto de rabia en los labios, su posición entre los otros artículos, Paco estirando el brazo, o con ayuda de un palo con garfio en la punta, lo atraía hacia el, aquí al lado ya no se me pasa. Aquí me quedo hasta que lo arregle, no mujer, vete tranquila, ya era casi la una de la tarde. Paco era moreno, alto y corpulento,...