Reconocí su voz inmediatamente, después de hablar con ella en alguna otra ocasión. A mi también me reconoció y me trató siempre por mi nombre "señor Martín" antes de yo decirlo. ¿Cómo se encuentra estos días? ¿Se le pasó ya sus dolores en el espalda? Después de medianoche sentado en una silla en la sala de espera frente a una pantalla en la pared que emitía música, anuncios publicitarios y recomendaciones sanitarias, se acercaba la hora de mi cita. La sala estaba dividida en múltiples departamentos separados por tabiques modulares de media altura, aunque parecía bastante lleno, apenas si se percibían las conversaciones, casi nadie hablaba, todos permaneciamos pendientes de la pantalla de la pared o la de nuestros teléfonos. A la hora en punto de mi cita apareció mi nombre en la pantalla "señor Juan Martín diríjase a la cabina número treinta y dos, en breves momentos le atenderemos". Me encaminé por un pasillo amplio con paredes blancas y muy iluminado hasta