Sírvanos la metáfora del Titanic para comprender el proceso del colapso. El Titanic navegando a toda máquina y despreocupado por las frías aguas del Atlántico norte, después de chocar contra el iceberg, se paran las máquinas, el capitán pone a todos sus marineros a intentar arreglar la avería, que confirma el ingeniero que lo diseñó. Solo le comunica la gravedad de la situación a sus mandos de confianza. Mientras, los pasajeros de primera siguen disfrutando de música. El capitán sabe que la avería no es reparable, el barco se hundirá en dos horas y no hay barcas salvavidas suficientes para todos los pasajeros. Solo pone en aviso a los de primera clase, que en su mayoría no hace caso, y se impide el paso a los de tercera. Dos horas y media después del choque (algo más de lo previsto por el ingeniero) el Titanic iba camino del fondo del mar. Fallecieron el 68% de los ocupantes. Tras el hundimiento, varias comisiones de investigación fueron llevadas a cabo y sus conclusiones