Mi querida hija: Te escribo esta carta sabiendo que nunca podrás leerla, sé que no te llegará, aún así siento la necesidad de expresar mis últimas reflexiones antes que todo se acabe. Ahora, una vez superados mis sesenta años de vida, quiero despedirme de ti y de la vida. Curiosamente nací el mismo día que salto por los aires la central nuclear de Chernobil - mi padre me decía que se adelantó el parto por el susto que había pasado mi madre al oír la noticia - No sé nada de ti desde hace más de diez años, cuando las lineas telefónicas dejaron de funcionar definitivamente aquí al menos. Aún recuerdo nuestra última conversación en que me contabas lo mucho que estabas sufriendo por la falta de comida en las tiendas y panaderías, que no tenias trabajo desde dos años antes y se había acabado todo lo ahorrado, la violencia en las calles, asaltos, robos y asesinatos continuos o que el metro y los autobuses apenas si pasaban y siempre iban repletos de personas. Te dije en esa ocasi